lunes, 23 de diciembre de 2013

Capítulo 13.

Han trazado un plan para que no los pillen y los paparazzi no sepan dónde vive Isabella.
-Yo bajo antes y los llevo a otro lugar. Tú baja a los diez minutos, ¿entendido?
Isabella asiente, Ashton le da un pequeño beso y se marcha del piso.
Los diez minutos se hacen interminables. Cada segundo parece una eternidad.
Cuando calcula que ya ha pasado el tiempo, baja hasta la puerta principal. Con cuidado, la abre y echa un vistazo al exterior. Aún quedan varios periodistas.
"Lo mejor será echar a correr y despistarlos", piensa de inmediato.
Y eso hace: sale, cierra la puerta de un portazo y echa a correr calle abajo.
A veces mira hacia atrás, para comprobar que algunos de ellos siguen corriendo tras ella.
El diafragma empieza a doler, y las piernas a fallar. Así que, en la primera calle que tiene salida, entra a una cafetería donde varios señores de alta edad juegan al billar y fuman unos cigarrillos.
Cierra de un portazo. Todos los allí presentes la examinan, impacientes por saber qué desea.
-¿Qué quieres? -Pregunta la voz borde de la camarera sesentona detrás de la barra. Está limpiando un vaso de cristal (del que la mugre nunca se irá), mientras masca chicle sonoramente.
-Nada, gracias.
-O consumes, o te largas.
-Una Coca-Cola -dice, y se sienta en una de las banquetas de la barra-, ¿el baño?
-Al fondo a la derecha, al lado del billar -Dice, mientras abre el refresco y lo vierte en un vaso no demasiado limpio.
Isabella pasa por la mesa de billar, donde dos hombres discuten sobre política. Al presenciar a Isabella, voltean la cabeza para mirarla sin demasiado disimulo.
El baño es todo menos baño. La mugre se encuentra hasta pegada en el espejo, la luz no funciona bien y algo de agua (espera que agua) sale disparada del retrete.
"Márchate de aquí, nada de aquí es bueno y esos hombres no me dan buena espina".
Sale, dispuesta a pagar y marcharse. Cuando todo se vuelve negro. Se ha dejado la mochila en el coche de Ashton y no tiene dinero.

-Os digo que ya se ha ido -dice Ashton, mientras anda hacia no sabe dónde-. Sólo es una amiga.
-¿Desde cuándo salís juntos? -Pregunta un paparazzi.
-¡Os he dicho que es sólo una amiga!
-Sólo hacemos nuestro trabajo -declara una mujer, demasiado joven para trabajar en esta profesión-. No seas tan grosero.
-Siento ser así, pero es mi vida privada y no quiero implicar a esa chica. Es demasiado joven para vivir esta mierda. Ahora, si me disculpáis, voy a tomarme un café tranquilo, ¿os importa?
Y sin decir nada, ni esperar respuesta, entra en Starbucks.
Algunas chicas se dan la vuelta para mirarlo, otros chicos comentan algo de fútbol, bebés lloran.
-Un tostado medio, por favor.
Varias chicas se le acercan y se echan fotos con él.
Con mucha prisa, paga y se marcha de nuevo a casa. Allí, llama a Isabella.
-¡Hola! -Dice, entusiasmada.
-Qué feliz pareces, ¿tanto me echas de menos?
-Tienes que venir a por mí, por favor. Me he pedido algo y no puedo pagarlo, me he dejado el dinero en tu coche -susurra, para que no se la oiga-. Por favor.
-Claro, dime dónde estás.
Se oye como le pregunta a una señora, y después lo dice:
-Calle Destik, la cafetería se llama Pol. Es algo cutre -susurra de nuevo, y ríe-. No tardes.

La camarera la examina cada segundo, cada trago que da a su refresco, cada pestañeo.
-Me está poniendo nerviosa -declara, algo incómoda.
-¿Qué?
-Deje de mirarme, me está poniendo nerviosa.
-Es que... me suenas de algo. ¿Has venido antes por aquí?
-Eso, ¿vienes mucho por aquí? -Dice uno de los hombres del billar, que se acerca y se sienta a su lado.
-No.
-Vaya, es algo tímida -dice el hombre, mientras le sonríe-. ¿Te invito a algo?
-Págueme esta Coca-Cola.
-¿No prefieres que nos tomemos un cubata?
-No, paga esta Coca-Cola.
-Vale... está hecho -dice, y saca un billete de diez euros del bolsillo derecho-. Eres muy guapa.
"Esto me está empezando a dar miedo".
-Me llaman, ahora vuelvo -dice, y sale a la calle para llamar a Ashton. A los tres timbrazos, responde-. ¿Ashton?
-Estoy cogiendo el coche, ¿qué quieres?
-Tengo miedo. Un viejo me ha invitado a algo. O vienes ya o me marcho.
-Baja tres calles hasta Quarch, así tardo sólo dos minutos en llegar. No cuelgues el teléfono.
-¿Por qué dices eso? Me estás asustando.
-Tú corre y no cuelgues el teléfono. Sigue hablándome.
-Si corro no podré hablar -dice Isabella, y echa a correr-. Háblame tú.
-Me quedan ocho calles. Los paparazzis me han seguido hasta Starbucks.
Cuando Isabella llega a Quarch, Ashton ya está allí.
-Si me multan, pagarás tú.
Y cuelga. Isabella se monta en su coche y le sonríe.
-Me has asustado. ¿Te ha hecho algo?
-¡No! Eres como mi madre -dice Isabella-. Así no transmites confianza.
Y con un fuerte acelerón, el coche cruza la larga calle en menos de dos segundos.
-Y así tampoco -Dice él, y muestra una sonrisa pícara.

Cuando llegan a casa de Isabella, las palabras sobran y faltan cariños. Un abrazo, un beso (en los labios, en el cuello, en la mejilla...).
-Nos vemos pronto -dice él, como el primer día.
Ella sonríe. Y susurra en su oreja:
-Espero que mañana.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Capítulo 12.

No especialmente. No lo ha arreglado para nada. ¿No ha pensado en que ahora estarán vigilando su casa? No podrán verse nunca. La idea le entristece.
No lo has arreglado. Quizás para mí, pero para nosotros no. ¿No te vigilarán para saber quién es tu novia?
Mierda.
No nos veremos mañana, ¿verdad?
La respuesta llega varios minutos después.
Te recojo a la salida de clase y venimos a mi casa, no creo que nos vigilen.
Así que duermen más tranquilos, aunque sin saber lo que pasará mañana.

-Me dio un ataque cuando lo oí decir eso. Mi madre me dijo que qué me pasaba, y le dije que tenía feelings. Se rió de mí.
-Imagínate cómo estaba yo. Seguro que me ruboricé.
-¿Lo verás hoy?
-Vendrá a por mí a la salida. Nos vemos mañana o esta tarde, ¿vale?
Daniela asient3 y se sientan en sus sillas para comenzar con Ética.

Lleva aparcado unos cinco minutos en la entrada del instituto. Bastantes paparazzi lo han esperado en su casa. Por suerte los ha despistado. O eso espera.
Estoy en la entrada. El coche negro del primer día.
Así que, cuando pasan los minutos, la ve llegar. El pelo castaño suelto, por la mitad de la espalda. Unos vaqueros negros, una blusa blanca larga y una chaqueta negra. Unas botas negras y su sonrisa particular.
Se detiene a observar todos los coches. Cuando encuentra el negro, sonríe y se dirige hacia él.
Se peina y se moja los labios. Ashton ríe. Se ha olvidado que puede ver lo que hace.
Abre la puerta y se monta en el asiento trasero.
-¿Qué tal?
-Aburrida. Se me hace raro verte conducir.
-Soy todo un peligro. Se me da mejor la moto.
Y ambos sonríen.

Ashton aparca y se da cuenta de que los paparazzi siguen en su puerta.
-Mierda.
-¿Y ahora qué hacemos?
-¿Prefieres quedarte sola hasta que se vayan o arriesgarte?
-No me voy a quedar sola aquí.
-Pues ponte la capucha y ve detrás de mí.
Ashton se baja, abre la puerta y agarra de la mano a Isabella antes de que ella deje la mochila en el coche.
Son dos metros, algo fácil.
Pero cuando están en la puerta, un paparazzi le quita la capucha a Isabella y ambos se miran.
-¿Eres gilipollas? -Le dice Ashton al paparazzi.
-¿No es menor?
-Entra.
Isabella obedece y entra a su casa.
-Iros a tomar por culo. Dejadla en paz. Sobre mí decid lo que queráis, pero no de ella -dice, y se acerca al periodista que le ha quitado la capucha-. Y tú, no la vuelvas a tocar.
Portazo.
-Sube -le ordena a Isabella, que está sentada en las escaleras. La coge del brazo y tira de ella-. Venga.
Ésta se suelta.
-No me hables ni me trates así. No es mi culpa que seas famoso. Ni que estés enfadado con esos periodistas.
-¿Quieres subir o quedarte en las escaleras?
-Sólo si me llevas a cuestas.
Ambos sonríen ante la proposición.
-Ahí te quedas.
Sube dos escalones y la examina.
-¿En serio no vas a subir? -Continúa.
-Si no me subes no.
Así que se acerca a ella y la sube a sus espaldas. Ella enrosca sus piernas en su cintura y empieza a subirla por las escaleras.
Son cuarenta escalones, e Isabella no está para nada delgada. Por lo tanto, a los veinte escalones, Ashton toma aire en una pared.
Isabella empieza a besar su cuello mientras están descansando en la pared. Su espalda contra la pared. Su pecho contra la espalda de Ashton. Sigue besándolo.
Ashton la baja rápidamente y se da la vuelta para observarla. Pone una mano al lado de su cabeza y su mano izquierda en su cintura.
Primero la besa dulcemente. Después más brusca y apasionadamente. Por último más suavemente.
Le quita la chaqueta suavemente y se la ata a la cintura a Isabella. La sube de nuevo a sus espaldas y hace las veintes escaleras restantes en un minuto.
Abre la puerta de casa aún con ella a cuestas y la suelta en la cama de su cuarto. Se quita la camisa y la besa.
-Espera, espera -dice, separándolo de ella-. Te dije que era virgen. ¿No es demasiado pronto?
-¿No quieres probar?
-A ver, sí. Pero tengo miedo.
-No te va a gustar, pero intentemos hacerlo.

Ve cómo se marcha al baño y se viste. No. No le ha gustado nada. Aunque Ashton estaba tan guapo sin ropa. Siente las mejillas ardiendo.
Se termina de vestir y se va al salón.
-¿Isabella?
-¡Estoy aquí!
-¿Qué haces? -Le dice cuando se sienta a su lado en el sofá. Y la besa.
-Viendo un programa. No sé cómo se llama.
Un chico muy guapo, de unos veinte años, empieza a hablar sobre las parejas. Dice que su pareja murió hace un año en un accidente de coche. Que la echa de menos todos los días y a todas horas.
-No me gusta este programa, me pone triste -dice Isabella-. Quítalo, por favor.
-Un segundo. Cuando hable el chico de al lado, el viejo, lo quitamos.
Así que, a los dos minutos, el viejo hombre se aclara la garganta y sonríe.
-¿Sabéis qué? Tengo una opinión sobre el amor. No creo en las coincidencias, ni el destino. Sólo en la suerte. ¿Vosotros no? No fue justo que tu novia muriera en ese accidente, ni el destino. Aunque tampoco podría ser la suerte... -Dice.
-No parece muy listo, Ashton.
-Sólo tengo una cosa clara en la vida. Si tenéis a alguien importante en vuestra vida, nunca lo abandonéis. En la vida. ¿Cómo os conocisteis?
-En un grupo de amigos. Un día lluvioso.
-Mmmm... días lluviosos. Todos los buenos amores empiezan en un día lluvioso.
Como en el que se conocieron ellos. Ambos se miran e Isabella se sonroja. Ashton se acerca y le besa en la frente, mientras se ríen.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Capítulo 11.

Ambos se levantan a las siete y media en sus respectivas habitaciones. Una semana en la que no se han visto, ni hablado, nada. Ashbella ha terminado para siempre.
Isabella se ducha y se viste. Hoy está mejor que hace una semana, aunque aún sigue llorando por las noches. Se reía de las chicas que lloraban por amor, pero ahora lo comprende todo. Es duro, muchísimo. Más si es el primero.
Ashton se prepara para otro estreno. Se sienta en la cama. Pulsa Aleatorio en la música y suena Story Of My Life.
Written in these walls are the stories that I can't explain.
Su cabeza repasa su habitación. Sus fotos. La de Isabella. 
Apaga la música y se harta. Se acabó. Todo esto ha terminado.

Son las ocho de la tarde. Cansada y sin haber hecho deberes, se sienta en la cama y coge el ordenador. Mira la nota del examen de Lengua. Cuatro con dos.
Le viene a la mente Ashton. Por su culpa no estudió lo suficiente.
Cabrón.
Llueve mucho, más que nunca. Cuando se decide a ir a acostarse, derrotada, alguien llama a la puerta. 
Daniela le viene a la mente. 
Se ha portado tan mal con ella últimamente que no quiere abrirle por el telefonillo. Quiere ir ella misma, abrirle y abrazarla.
Baja las escaleras corriendo, a punto de tropezar varias veces. Cuando llega a la puerta, la abre, sonriendo. Sonrisa que se borra al ver Ashton completamente mojado y con la mirada baja.
-Lo siento.
El corazón se le rompe y le duele el estómago.
No habla, espera una explicación, pero él no lo hace.
-Lo he buscado durante horas -dice, y extrae de su bolsillo el colgante de la segunda cita, el que tiró hace una semana, en el mismo lugar.
Levanta la mirada y ambos se miran. Él muestra media sonrisa, y se la contagia a ella.
Quedará como una gilipollas si lo perdona. 
Sus brazos se enroscan suavemente alrededor de su cuello, sus narices se rozan, sus sonrisas se compenetran. Sus labios se acercan y se besan.
Gilipollas.
-Te prometo que hoy todo va a cambiar. No sé si a mejor o a peor, pero va a cambiar, preciosa.
-Espero que a bien -dice, y le besa.
-Nos vemos pronto.
Y sin esperar respuesta, le da un beso, una sonrisa de agradecimiento y se marcha. 
Mira entusiasmada el colgante. Se lo coloca dificultosamente y sube a su cuarto. Coge su teléfono y busca a Gilipollas. Es hora de disculparse con Daniela. Nada de testamentos. Entre ellas todo se resume en pocas palabras.
Te quiero.
A los pocos segundos le contesta.
Lo sé, yo a ti también. ¿Estás mejor?
Mucho mejor. Todo ha vuelto a la normalidad con Ashton.
¡¡Ashbella ha vuelto!! Estoy entusiasmada. ¿Qué has sacado en Lengua?
4.2. ¿Qué hay de ti?
6.7. Mejorarás (carita sonriente)
Un mensaje de Ashton.
Cadena siete, quédate hasta tarde. 
No entiende nada. Enciende la televisión y le comunica a Daniela lo mismo. Ésta le explica que hay un nuevo estreno y que está invitado con María. Como la cague esta vez, se terminó.
Después de dos horas de estreno y mucho sueño, Ashton aparece entre los nominados de Mejor actor masculino.
-Y el ganador es... -anuncia el viejo de sesenta años, abriendo un sobre lentamente- ¡Ashton Anderson en el papel de Adam en Sólo un segundo más!
Ashton sonríe y manda un beso a la cámara. Sube los escalones vestido con un traje que le queda perfecto y se abraza con el señor mayor. Éste le da el premio y Ashton se acerca al micrófono.
-Guau. Gracias. Muchas gracias, de verdad. Bueno, quería agradecerlo a mi familia y al equipo de Sólo un segundo más. También a mi amigo Luke -dice, y sonríe ampliamente-. Y ahora, tengo que decir algo muy importante. Lo siento, pero no estoy saliendo con María. 
Enfocan la cara del director (enfadado), de María (triste) y de algunos de los asistentes (desconcertados).
-Estoy enamorado de una chica normal y corriente de Londres. Te quiero, preciosa. 
Inmediatamente Daniela le manda mil mensajes de golpe. Los abre, y diferencia algunos en los que dice que se muere, que lo sabía, que es monísimo... etc.
Se mete en Twitter y en algunos minutos el primer TT mundial es: #AshtonYPreciosaEnamorados
Se prepara para dormir, cuando un WhatsApp aparece en su móvil. De Ashton.
Buenas noches, preciosa. ¿Lo he arreglado?

miércoles, 23 de octubre de 2013

Capítulo 10.

Ashton se despide de ella con un dulce beso y le dice que se vaya cuando quiera, pero que cierre bien la puerta al salir.
¿Hay algo más divertido que cotillear la casa de un famoso?
A Isabella no se le ocurre nada más divertido en el mundo, así que se pone manos a la obra. 
Empieza por la cocina, limpia como ninguna; como esperaba, Ashton no tiene casi nada que contenga chocolate o algún tipo de grasas, todo es saludable y verde. Después el baño, muy amplio y de color blanco; que posee una ducha y un espejo aún empañado por la reciente ducha de Ashton. Sólo pensar en esa ducha hacía quince minutos hace que se sonroje e instantáneamente se ría.
Después descubre una habitación de invitados (la que ocupaba Stan), a la que solo echa un ojo por encima. No le agrada ni le atrae la idea de tener algún tipo de relación con Stan, aunque solo sea por visitar su habitación.
Isabella siempre se había considerado una chica fuera de lo común. Es decir, ¿quién pensaba que ver una habitación de una persona hacía que tuvieran algún tipo de relación?
Ella. Isabella se describía a sí misma como algo anormal, pero no lo era. Era algo tan especial y escondido, que nadie había tenido la posibilidad de descubrirlo. Ashton se sentía feliz al pensarlo.
Él se había dado cuenta. ¿Qué importaba si alguien lo había hecho antes que él? Ahora era él mismo el que la besaba y el que veía cómo sonreía. Con eso bastaba.
 Isabella se dirige por último al cuarto de Ashton. Lo había visitado antes y de formas que ella solo podía sentir en su estómago y en las puntas de los dedos, pero ahora lo veía de forma diferente. 
Sin Ashton ahí, parecía una cueva llena de pinturas rupestres que nadie había encontrado. Era una obra de arte que solo ella podía conocer. Por lo menos, hasta el momento.
Al pisar la habitación, le atrae el corcho de la pared. Esta vez se detiene en mirar una a una las fotos, en las que aparece Ashton con Josh Hutcherson, llevando el sombrero característico de James Bay, sacando la lengua con Louis Tomlinson mientras los demás integrantes ponen muecas detrás de ellos... 
Ella nunca había querido ser famosa. Le repugnaba y le asombraba la idea de que alguien quisiera meterse en su vida, ya que la encontraba tan poco interesante que ni una oruga hubiera esperado a que la contara.
Pero ahora era diferente. Había pasado de estar colada por un gilipollas a estar en la casa de Ashton.
Había visto cómo su madre y Daniela hablaban de toda la prensa rosa: famosos, parejas, cuernos...
Pero ella no entendía por qué interesaba algo así. Podía admirar a una celebridad, pero no le interesaba su vida.
¿Qué le importaba que Miley Cyrus llevara una clase de ropa? A ella le gustaban sus canciones, nada más.
Aún así, entendía a esas fans como Daniela (seguramente porque tenía una amiga así).
Isabella se aproxima al armario y observa que toda la ropa es informal: vaqueros y camisetas. Aunque le gusta ese tipo de ropa, no entiende cómo alguien como Ashton no tiene ningún traje, ni siquiera ninguna chaqueta americana. Entonces logra comprender que toda la ropa se la proporcionan las grandes marcas, y que la ropa que él prefiere comprar es la informal.
Se queda indecisa al sentarse en la cama, al lado de la cómoda. ¿Debería abrir el cajón?
Si ella descubriera a Ashton hurgando en su ropa interior lo mataría, sin duda, pero... podría no pillarla. Se decide y lo abre para después de pocos segundos cerrarlo, sonrojada. 
Lo poco que ha podido ver han sido boxers de colores neutros, camisetas y unos pares de pantalones de pijama.
Pensó que era una idiota y en cierto modo, lo era. ¿Por qué se sonrojaba, después de haberlo visto desnudo? Era como un paso hacia atrás, pero aún así no podía remediarlo.
Decide irse al salón y charlar un rato con Daniela por teléfono (eso si no muere de un ataque al corazón al enterarse de dónde está ahora mismo). Después, se marchará a casa.
Ashton.
Cierra la puerta de casa y divisa el coche a un par de metros. Anda hacia él mientras piensa en Isabella. Parece pronto, pero nunca se arrepentiría de haberse presentado a esa estúpida propaganda de refresco.
Parecía que Isabella lo entendía. Parecía que ella veía más allá de su fama, más allá de un par de premios que estaban en su estantería. Parecía que ella entendía que no por ser famoso, eres feliz.
La idea de que todo podía ser eso, un parecer, le desmorona las expectativas y de repente, siente ganas de volver a casa. Pero es imposible, hay que acudir al puto estreno.
Abre la puerta del coche y se introduce en él, pesado y molesto. María lo besa y se siente aún más pesado dada la incomodidad. Le gustaría decirle lo que pasa, pero sabe que María enloquecería y que Isabella no volvería a ser su... lo que fuera, si no una celebridad más; y no querría desear eso a nadie en el mundo. Se separa de sus labios y mira hacia el retrovisor, algo aturdido.
-María, sólo actuamos delante de las cámaras ¿recuerdas?
-Sabes que me gustaría que fuera en todas partes -susurra mientras se acerca de nuevo a él y éste la separa-. ¿Qué te pasa? ¿Por qué estás tan soso?
Era cierto que hubo un tiempo en el que había sido cariñoso con ella, pero todo cambió cuando se enteró de que ella tenía unos sentimientos que él no podía corresponder. La fama había hecho que no pudiera querer a alguien en el ojo público. Básicamente, no podía querer a nadie en general.
La situación le cansa y piensa en soltarlo. ¿Qué puede pasar? Podría decir la situación, pero no dar ningún tipo de datos. Se decide, tiene que quitarse ese peso de que María esté enamorada de él.
-Tengo novia, María. Sólo actúo contigo delante de las cámaras y espero que esto termine pronto y sigamos con nuestras vidas.
María retira su mirada de la suya y se da cuenta de que ha sonado mucho peor de lo que quería decir. Ve cómo sus ojos se llenan de lágrimas y le coge una mano.
-María, lo siento, de veras. No llores, estás guapísima y cualquier hombre del mundo te querría para él.
-Pero yo te quiero a ti -afirma ella, mientras enmarca ambos lados de su rostro entre sus manos-. ¿No lo entiendes?
-No puede ser -susurra Ashton, mientras aparta el rostro de sus manos-. Lo siento, de verdad.
El trayecto se hace más pesado después de lo ocurrido. A los quince minutos el coche se aproxima a una alfombra roja y el conductor le dice que es la hora. A Ashton le cuesta pocos segundos metalizares de lo que va a suceder y finge una sonrisa mientras sujeta el pomo de la puerta.
Sabe que tiene que actuar delante de las cámaras y que se trata de un evento a nivel mundial, por lo que deduce que Isabella verá esta gala. Verá cómo tienen que mirarse y hablar María y él. Sabe que esto cambiará toda su relación, pero espera que sigan juntos. Tienen que seguir juntos.
Baja primero y da la vuelta al coche para abrir la de María mientras saluda a los fans. Como a cámara lenta, ve los flashes reflejados en los cristales de la limusina y cómo dentro María se limpia las lágrimas de los ojos.
¿Qué está pasando? ¿Por qué ve a cámara lenta? ¿Acaso le ha sentado algo mal?
Deja de pensar y abre la puerta a María, que le coge de la mano mientras sonríe.
Empieza el show.
Ashton la acerca a sí y ella sonríe a las cámaras, mientras él roza sus labios con su cuello. No quiere besarla, pero los demás deben pensar que sí lo hace. María le roza la cara con la palma de su mano e inicia el paseo por la alfombra roja. Firman fotos y se echan fotos con fans, que preguntan sobre su relación y que los más apasionados lloran y gritan.
Ashton siente una patada en el estómago cada vez que dice que la quiere y prefiere no pensar en cómo se siente ella cuando mienta al respecto si no quiere vomitar delante de todos.
Siguen hacia delante y un canal muy conocido de televisión les pide un par de minutos. 
Ashton sabe que en la televisión es donde más y mejor tiene que actuar, ya que cualquier movimiento o mirada extraña rodará en las redes para siempre. 
Aún cogidos de la mano, Ashton acerca a María a él por su cintura, acto que a ella le pilla por sorpresa mientras ríe. 
-¡Hola a todos! - exclama la presentadora, mirando a la cámara cuando el que la sujeta levanta el dedo pulgar hacia arriba-. Estamos con los protagonistas más famosos del mundo en el estreno de la nueva película de Brad Pitt. ¿Cómo vais con vuestra relación?
-Todo esto es una locura. El destino nos ha juntado y espero que nunca nos separe. Este tonto me ha robado el corazón -dice María, mientras no aparta la mirada de Ashton-. ¿Verdad, cielo?
-Tú también me has robado el corazón, María -dice y siente un golpe en el estómago. Es como si pudiera ver la furia en los ojos de Isabella clavados en el televisor. Ojalá haya un apagón.
Y sin previo aviso, María le planta un beso (con lengua incluido) que dura más de diez segundos. Es él el que se aparta, molesto aunque sonriente a la cámara, y el representante de la película les dice que pasen a otra entrevista.
Isabella.
Cinco entrevistas en la que dicen que están enamorados. ¿Qué está pasando? No comprende nada. ¿Todo esto ha sido un juego? Se sienta en su cama y le sube la voz a la televisión.
Se da cuenta rápidamente. María es alguien de su alcance: es guapa, de su edad, famosa, rica... ¿Por qué saldría con alguien como ella? Bueno, ni han salido juntos. Todo ha sido demasiado rápido, demasiado precipitado y todo ha dado como solución un error. 
Isabella siente las lágrimas calientes en sus ojos, pero no pueden salir. Se ha aprovechado de ella y ahora volverá con su real novia, mientras que ella... ¿Qué hará ella?
-¿Os identificáis con vuestros personajes? -preguntan a Ashton. Desde el otro lado del televisor, Isabella espera la respuesta, nerviosa. No ha visto la película y no tiene ni idea de cómo es su personaje, pero quiere ver cómo habla y se explica. No quiere creer que sea verdad.
-No, no me identifico con Adam. No soy un chico que vaya rompiendo corazones por ahí. Soy hombre de una sola mujer.
¡Hijo de puta! ¿De una sola mujer? ¿Y qué era ella, un perrito abandonado?
Entonces la tristeza se desata dentro de ella y rompe a llorar, en silencio. Lo último que quiere es que su madre entre y la vea llorar.
Siempre había pensado que Ashton era un famoso más, pero aquel día, en el cine, vio que era diferente. Ahora comprendía que era mejor actor de lo que había imaginado.
La chica de los labios rojos sonríe y le planta otro beso. Isabella ya ha contado quince desde que ha encendido la televisión.
Siente rabia por esa chica al pensar que está sobrepasando los límites, pero se da cuenta de que no tiene sentido. María es su verdadera novia, ella solo ha sido un juguete.
Se da por vencida mientras coge el mando de la televisión. No quiere verlo en la vida. Nunca jamás.
 Apaga la televisión y se acurruca debajo de las calientes mantas de su cama. Mañana será un nuevo día. Pero no mejor.
El despertador suena y anuncia un nuevo día. Jueves. No los odia, pero tampoco le agradan; y menos con lo que vivió ayer. Se podría decir que su corazón está roto y sus trozos están esparcidos por el suelo, pisoteados por Ashton. Menos mal que no se sabe nada de lo suyo en las redes, sino sería mucho peor. Miles de ojos mirándola en el instituto y señalándola como "La cornuda de Ashton".
Parece que ha dormido menos de quince minutos, se siente cansada y con una cabeza palpitante.Hoy no tiene ganas ni de ducharse ni de arreglarse. El pelo en una alta coleta. Unos vaqueros negros, un jersey blanco y converses negras. Se mira al espejo y sonríe al pensar que su corazón viste de luto.
Daniela y ella hablan por el camino hasta el instituto. Daniela vio toda la gala y no puede creer que llevara a otra chica. Según ella, tienen una entrada para invitar a quiénes quieran y Ashton invitó a María, en vez de a Isabella. 
Al menos Daniela sabe cómo hacerla reír, después de decir al menos cinco veces que quitaría todas sus fotos y películas de su habitación y las tiraría a la papelera. Aún así, no está para demasiadas alegrías y Daniela coge su mano mientras se quedan calladas durante todo el camino.
Todo el mundo podía pensar que estaba siendo una exagerada, pero Daniela la comprendía. Sabía que detrás de esa coraza de risas y de fuerza, se encontraba un osito de peluche que no quería ser dañado. Isabella sintió el contacto de la mano de Daniela con la suya y soltó una sola lágrima, que dejó caer por su mejilla mientras apretaba fuerte la mano de Daniela.
Ashton.
Se despierta tarde, a las doce y cuarto, y lo primero que revisa es el móvil. Ningún WhatsApp, una señal de que el estreno y la actuación salió a la perfección. 
 Al recordarlo, un escalofrío le recorre todo el cuerpo y piensa en Isabella. Si hubiera visto lo sucedido, al menos le hubiera insultado. Aún así, decide escribirle para contarle todo lo que ha ocurrido.
¿Nos vemos esta tarde? Besos, preciosa.
Aparece en línea y ha leído el mensaje, pero no contesta. ¿Ha pasado algo? Seguro. El pensamiento de que sabe todo le pesa, así que se ducha, se viste y coge las llaves de su moto antes de salir de casa.
¿Acaso era idiota? ¿No había pensado en Daniela? Ella no se perdía ninguno de sus estrenos. Ya está, la sensación de que todo ha terminado le recorre el cuerpo al arrancar la moto.
Isabella.
Las horas pasan rápido por primera vez en mucho tiempo. Será porque antes contaba los segundos para verlo. Para sentirlo. Para besarlo. Ahora volverá a casa y leerá Harry Potter hasta quedar dormida o hasta llorar y quedarse dormida.
La campana de las tres menos cuarto toca y sale andando deprisa sin esperar a Daniela. No quiere llorar otra vez al verla, no quiere saber lo buena amiga que es y lo mala que es ella por no querer estar con ella. Pero necesita estar sola. Daniela la alcanza en seguida, lo que la alegra y le molesta a partes iguales.
-Escucha, iré a por algo de beber a Giks -le dice Isabella en la esquina de la calle más transitada de Londres-. Luego hablamos.
-No, voy contigo.
-Te he dicho que luego hablamos. Quiero estar sola.
Siente una punzada en el corazón al ver la reacción de Daniela: unos labios fruncidos y una mirada al suelo. Sabe que quiere ayudarla, pero quiere arreglarse ella misma. Se acerca a su mejor amiga y le da un abrazo que ella corresponde. Daniela siempre estará ahí para ella y eso le hace sentirse la persona más segura del mundo.
Otro bar en el que no hay Coca-Cola. ¿Acaso se va a terminar el mundo? Cuando la pepsi llega a su mesa, piensa en ese estúpido concurso y en cómo se conocieron y siente un nudo en la garganta. Sin quererlo, toda su vida ha dado una vuelta de trescientos sesenta grados. 
¿Llorar por ese gilipollas? Era algo estúpido considerando que en ese mismo instante Ashton estaría diciéndole cosas preciosas y teniendo sexo con ella. Tenía que dejar de pensar en él.
Decide salir de ese bar e irse andando a casa con el refresco en la mano. Puede divisar una moto grande y negra justo en frente de su casa. No puede creerlo. ¡Pero si no le ha contestado esta mañana! ¿No entiende que no quiere verlo?
No pasa nada. Solo tiene que ignorarlo y entrar a casa.
Así que eso hace, mete la llave en la cerradura sin mirarle a la cara y una mano agarra la suya. Siente cómo el estómago se le encoge y los ojos se le llenan de lágrimas y se da la vuelta, de piedra.
-¿Qué pasa? -pregunta Ashton, con una muestra de perplejidad en su rostro.
-¿Me puedes soltar?
-Isabella, ¿qué pasa?
Pega un fuerte tirón de su mano y la suelta de la de Ashton. Siente demasiada rabia como para incluso mirarlo a los ojos. Intenta entrar de nuevo, pero las manos de Ashton la cogen de la cintura y la levantan como si pesara cincuenta gramos.
Aún en sus brazos y frente a él, siente ganas de besarlo y de pegarle un bofetada. 
-Te estoy hablando -dice su voz, agresiva y ronca-. ¿Qué pasa?
-Ah, ¿qué pasa? Nada. ¿Te crees que soy tonta, Ashton? -exclama Isabella lo más tranquila que puede, algo que no dura mucho-. ¿Te crees que soy tonta? Vi todo lo que pasó anoche: los besos, el amor y tus tonterías con ella -grita, alto, muy alto-. ¿He sido un juguete para ti? -pregunta, y la voz se le rompe al decir la última palabra.
Ashton se siente mal por verla a punto de llorar, pero no va a dejar esto así. Debería haberle dicho todo lo que estaba pasando, pero era algo difícil de decir. No quiere que esto termine, no lo va a permitir.
-Claro que no eres un juguete. Siento lo de anoche, es promoción para la película, Isabella. No tengo nada con María, créeme.
-¿No crees que deberías habérmelo dicho?
-¡Cómo iba a decírtelo! Si, mira, esta noche me voy a morrear con una tía, pero sólo por promocionar mi película -grita, irritado-. ¡No lo habrías entendido!
-No entiendo muchas cosas, Ashton.
Ashton prefiere que le grite, prefiere eso a una voz que muestra todo su dolor y que de repente le provoca mucho miedo. Miedo de hacerle daño a ella, o incluso a él mismo. Miedo de que todo esto se vaya a la mierda. Miedo de perderla.
Sin esperar a que responda, Isabella se arranca el colgante que le regaló en su visita al cine mudo y lo tira a la otra acera.
-Regálaselo a tu novia María.
Sin una respuesta ni una mirada, se separa de él y entra en su casa, dando un portazo que calla sus sollozos.
Este es el fin de Ashton y Isabella. Ashbella según Daniela.

viernes, 18 de octubre de 2013

Capítulo 9.

Isabella.
El despertador suena y me despierto aturdida. Juraría que he dormido veinte horas, estoy totalmente descansada y llena de energía. Quizás es por todo lo de ayer.
Sin darme cuenta, sonrío. Sí, seguro que es eso.
Me levanto rápidamente y me dirijo al armario. Quiero arreglarme un poco más, así que paso de sudaderas y elijo un suéter turquesa. Vaqueros denim y botas marrones.
Voy al baño y me lavo la cara y los dientes. Me paso los dedos por el pelo y estoy lista.
Ojalá pueda ver hoy a Ashton.
Recojo mi móvil tirado en el suelo (seguro que se me ha caído durante la noche) y veo las últimas conexiones de la gente. Daniela, hace dos minutos. Ashton, a las dos de la mañana. Álex, en línea.
Ashton se fue a dormir tarde y no me habló, así que lo hago yo.
¿Qué te parece quedar hoy? Podrías ayudarme a estudiar otra vez. (Emoticono guiño)
Termino de llenar la mochila y me sobran cinco minutos en los que cotilleo todas las redes sociales que puedo.
Mi móvil vibra y el corazón se me acelera. Espero que diga que sí.
Pero el mensaje es de Daniela.
Ya estoy aquí.
Me guardo el móvil en el bolsillo del vaquero y bajo trotando hasta el primer piso, donde me choco con ella y me río.
-Buenos días.
Cuando lo digo, su cara cambia.
-Creo que es la primera vez desde que nos conocemos que has dicho tal frase.
Me mira de arriba a abajo y sonríe.
-Siempre vas zombie por las mañanas, despeinada y con sudadera, ¿se puede saber qué me he perdido?
-Nada muy...
-¡Mierda, ayer! -exclama, y le tapo la boca. Creo que todo el bloque lo ha escuchado.
Empiezo a bajar las escaleras y ella me sigue. La mochila me da un golpe en el trasero con cada trote y cuando terminamos de bajar la escalera me duele.
-¿Qué pasó ayer? -Me da golpecitos en las caderas y sonríe-. Hubo rollo, ¿no?
Abro la puerta y espero a que pase.
-¿Rollo? ¿Desde cuándo dices semejante palabra?
-Eso es que sí -dice, cuando estamos fuera y empezamos a andar-. ¿Lo hicisteis?
-¿Sabías que eres una pervertida?
-¡Eso es que sí!
-¡No! -Grito. Lo último que quiero es que todo esto se sepa-. Cállate y anda.
Reímos y Daniela me sigue el paso hasta que llegamos al instituto. No hablamos demasiado cuando vamos al instituto, porque nos gusta fijarnos en los pequeños detalles que nos da la vida.
Una pareja de una chica gorda y un chico muy delgado, un gato lamiendo un pájaro muerto, una llovizna repentina...
Joder. Somos rarísimas.
Cuando llegamos, saludamos a algún que otro compañero y vemos a Álex, que nos sonríe y parece que ha estado allí durante veinte minutos para vernos llegar. Esta vez no nos corta el paso, se queda hablando con una chica que no conozco. Nos saluda con la mano y nosotras pasamos de largo.
Aunque sé que esto a él le divierte.


Ashton.
Me levanto a las dos de la tarde, cansado y deseando que no hubiera estreno. Por un momento me lo imagino y sonrío. La sonrisa desaparece cuando una vez más, Cara me envía más información.
Te llevarán tu traje a las siete. El coche pasará a por ti a las nueve. ¡Besos!
No contesto. Después leo un WhatsApp de María.
¿Estás listo para el estreno? ¡Va a ser genial, estará Brad Pitt! Estoy deseando verte... 
Tampoco contesto, no quiero hacerle daño.
Cuando se estrenó la peli tuvimos que salir juntos, para hacer promoción. Sé que sonará muy prepotente, pero se pilló bastante por mí (y creo que sigue estándolo).
No puedo negar que María es guapísima, pero supongo que no fluyó porque tienes que hacer todo lo que alguien te dice, en este caso Cara. Una mirada podía significar un beso, una mirada bonita con María...
Ahora sólo somos amigos, al menos por mi parte, pero delante de las cámaras seguimos siendo novios que se aman y prometen estar juntos siempre.
Tengo que decirlo: todas esas parejas que han hecho una película juntos y se han enamorado, mienten. Y luego rompen por cualquier tontería, ¿acaso no queda claro?
Claro que hay excepciones, pero la mayoría son falsas.
Veo que Isabella me ha escrito otro WhatsApp y antes de leerlo, ya sonrío.
¿Qué te parece quedar hoy? Podrías ayudarme a estudiar otra vez. (Emoticono guiño)
Sonrío y quiero contestarle que sí, pero recuerda algo: el puto estreno.
Hoy no puedo, tengo estreno a las nueve. 
Pulso el Intro y me arrepiento. Que le den al estreno. Escribo otro mensaje y lo envío.
Da igual. Vente a las seis y a las nueve me marcho. 

Isabella.
Hoy ha sido un día fuerte, así que no he podido mirar el móvil en todo el día. Cuando salgo de ese recinto llamado instituto, que está lleno de animales que desean salir corriendo hacia sus casas y que pasan por encima de cualquiera (yo) para salir antes, leo el mensaje y después de sonreír, sólo quiero que llegue la hora de verlo.
No tengo muchos suéteres, así que como con cuidado. Cuando termino, recojo los platos de todos y le digo a mi madre que iré a estudiar con Daniela. Ella accede con una sonrisa y sé que piensa que estoy saliendo con Álex.
Me río al pararme a pensar que ella piensa que soy gilipollas.
Salgo de casa antes y paso por una cafetería que pilla de paso a la casa de Ashton. Me siento en un banco y bendigo la soledad por unos momentos. Me tomo el donut y llego a casa de Ashton a las y cuarenta.
Toco el timbre y me peino el pelo después de comprobar que no tiene cámara y no hacer el ridículo. Pensándolo en frío, no había pensado en que Stan fuera el que respondiera. ¿Qué le digo?
-¿Si?
La voz es neutra, así que supongo que es Stan.
-Soy yo -suelto, y después me doy un golpe. Soy estúpida.
-¿Quién es yo?
La voz quebrada y algo grave es de Ashton. Sonrío.
-La más guapa del mundo.
-¿Mamá? -pregunta y soltamos una carcajada casi a la vez-. Sube.
Se oye un zumbido y la puerta cede. Subo despacio las escaleras, sin prisas. Lo bueno se hace esperar, ¿no?
Después de subir un tramo de escaleras, veo a Ashton en el umbral de la entrada. Me espera con los brazos cruzados sobre el pecho y apoyado en el marco de la puerta. Es él el que baja unos escalones para estrellar sus labios con los míos en un beso dulce.
-Pasa -susurra, después de cogerme de la mano y llegar a la puerta. Con un rápido movimiento de muñeca cierra la puerta detrás de mí-. Stan no está, tranquila.
El alivio que siento se puede comparar a cuando te despiertas un domingo a las ocho de la mañana pensando que llegas tarde a clase y descubres que hoy puedes dormir cuatro horas más.
-¿Dónde está?
-Lo he echado. No estuvo bien lo de ayer.
Beso su mejilla despacio y descanso allí, con mis labios en su pómulo y sus manos en mi espalda baja. Me retiro y le veo los ojos, profundos pero transparentes.
Lo único que le digo es: gracias. La sonrisa que produce hace que se le cierren un poco los ojos y yo también sonrío.
-Ponte cómoda. ¿Qué te apetece hacer?
-Tu casa, tus normas -digo, y él se apoya en la mesa.
No dice nada y va a la cocina. Después enciende la tele y se sienta a mi lado. Me pregunta cómo ha ido el día y le cuento todo lo que se me pasa por la cabeza. Quizás algún día me arrepienta, pero quiero que sepa mucho de mí.
La habitación se inunda de olor a mantequilla segundos antes de que un timbre suene. Él se levanta y vuelve antes de darme cuenta con un bol lleno de palomitas, algunas en sus boca.
Vemos una película mientras hablamos de nuestras vidas. No quiero ser pesada, así que mantengo una distancia entre nosotros. Él la rompe y juega con mi mano. La junta en sus manos, pasa cada uno de sus dedos por los míos, etc.
Son las ocho cuando se levanta y me dice que va a prepararse.
-No te preocupes. Termina de ver la peli.
Desaparece en su cuarto y me quedo sola viendo la película. El móvil me vibra y lo abro.
hey
Supongo que Álex se cree guau por escribir todo en minúscula. No respondo.
A los pocos minutos, Ashton sale y me sonrojo. Lleva una toalla en sus caderas y los brazos con gotas de agua.
-¿Quién era el asesino? -Pregunta. La sonrisa que aparece en su cara deja claro que le importa una mierda, sólo quería que lo viera así.
-¿Eh? -digo, y me castigo interiormente. Di algo con sentido-. Aún no se sabe. Se sospecha de la niñera.
Ashton sonríe y vuelve a su cuarto. Me toco las mejillas y están ardiendo.
Claro que me resulta atrayente, a quién no. También descubro otra cosa: nunca he tenido tanto deseo sexual por alguien. Comprendo tanto a Daniela... y ella no ha visto esta imagen de él.
Seguro que mil chicas han dormido en esta casa y han tenido sexo en este sofá.
Ay Dios. Lavaré la ropa a mano.
A los pocos minutos vuelve y me tapo la boca al sonreír.
Lleva una camisa blanca; una americana, pantalones y pajarita negros. Su perfume me llega a mis fosas nasales: es dulce, algo fresco y muy ligero.
-¿Qué tal? -pregunta, abrochándose la chaqueta.
-Estás guapísimo.
Me acerco a él y le desabrocho la chaqueta.
-Mucho mejor -susurro.
Acerca su rostro al mío despacio, haciéndome desear ese beso más y más. Cuando nuestros labios se tocan, el roce nos hace pesados y tontos. No llegamos a completar el beso hasta que me acerca por completo a él y sus manos se quedan en mis muslos, subiéndome a él.


Ashton.
Cuando nos besamos, quiero más. No sé si lo que estoy haciendo está mal o no. Quiero besarla y demostrarle que es la única, que no me canso de ella y que es más que una aventura adolescente. Pero sé que cuando vea la gala se sentirá engañada y no me hablará en la vida.
Mientras me duchaba y vestía, lo he repetido en mi cabeza: Escucha Isabella, tengo algo que decirte. La promoción de la película me hace fingir ser el novio de María, la protagonista. Pero no es nada. Mi cabeza sólo la ocupas tú. ¿Lo entiendes?
Todo va a salir bien, ella me perdonará y me entenderá.
La separo de mí y sonríe. Trago e intento hablar.
-Escucha Isabella...
El silencio se apropia de mí y la habitación es una ola antes de estrellarse con una roca. Cuando lo diga gritará.
Pero las palabras no salen. Es tan difícil...
-¿Qué pasa?
El bocinazo de la calle indica que tengo que irme.
-Nada. Es la hora.

Dos mentiras. Dos personas. Una noche llena de curvas.

sábado, 12 de octubre de 2013

Capítulo 8.

-No, en serio. Debo estudiar.
Ashton se separa de ella y parece serio.
-¿Acaso quieres que suspenda? -Continúa Isabella, mientras le coge la mano y le acerca de nuevo a ella.- Podemos besarnos todo el día el viernes. Ya habré hecho el examen y tendré todo el tiempo que quieras.
Se acerca a él y le besa dulcemente.
-Te lo prometo. -Alarga el meñique y observa la cara de confusión de Ashton. Ríe y coge su meñique para unirlo con el suyo.
Ashton produce una carcajada y se sienta a su lado, con las manos alrededor de su cintura.
-Está bien. ¿Qué tienes que estudiar?
-Lengua -Isabella se agacha y saca el libro de la asignatura-. ¿Me ayudas?
-¿Me lo estás diciendo en serio? -Se ríe y le da un beso en la mejilla.- Está bien, señorita Hudson.
-Espera, ¿cómo sabes mi nombre?
-¿Qué hay de tu mochila? Lleva tu nombre y apellidos -Afirma. Sonríe y continúa-. No soy un asesino en serie, no he investigado sobre ti, Isabella.
Isabella se queda mirando sus labios, que son preciosos cuando pronuncia su nombre. Un chasquido de Ashton la devuelve a la realidad, y a los ojos de Ashton. Ambos ríen. Ella abre el libro y se dirige a la página 32.
-¿Narración? Lo di en primaria.
-¡Sólo lo estoy repasando!
Ambos ríen y empiezan con "la lección" de Lengua.

Suena Piano, de Ariana Grande. Isabella busca en su mochila el móvil. Cuando lo encuentra, observa que su madre la está llamando.
-¿Si?
-¿Dónde estás? ¡Me tenías preocupada!
-Estoy... con Álex.
Ashton la mira y no comprende nada.
Su madre sabe que Álex y ella habían estado tonteando. Daniela se lo dijo un día mientras esperaba a Isabella.
-Ah -susurra su madre. Parece aliviada-. Pensaba que estabas con Daniela.
-¿Qué?
-La he llamado y me ha dicho que estabas en el baño. ¿No estabas con ella?
-Sí, sí. Hemos estado estudiando Lengua, ahora estoy con Álex, dejándole los apuntes.
-Sí... los apuntes -ríe a través del móvil-. Vuelve cuando quieras, tienes la cena lista.
-¿Cena? ¿Qué hora es?
-Son las nueve. ¿Acaso no tienes reloj?
-Sí, pero...
-Estabas demasiado ocupada con Álex estudiando, ¿verdad?
-Muy ocupada, sí. Ahora voy a casa. Adiós.
Y cuelga.
-¿Quién es Álex? -Pregunta Ashton.
-Un chico.
-Eso ya lo suponía. ¿De qué lo conoces?
-Del instituto.
-También lo suponía -Se levanta y parece indignado-. ¿Es tu novio?
-¡No! No tengo novio. Creo.
-¿Crees? -Casi grita.
-No sé lo que somos... -susurra. Juraría que se ha puesto roja. Sube la cabeza y lo mira. Así es, roja.
Se acerca a ella y la levanta de la cama. La sube sobre él, rodeando su cintura con las piernas de Isabella. La besa y después, con ambas frentes tocándose, susurra:
-Somos novios, Isabella.

Sube de nuevo las escaleras y contempla a Stan tumbado en el sofá. Isabella se acaba de marchar, así que puede soltarle todo.
-Te has pasado. Quiero que te vayas un tiempo.
-¿Que me vaya? ¿A dónde?
-Tú sabrás. Ahora sólo quiero que te marches.
-Ashton, lo siento...
-Que te vayas -lo interrumpe-. Nos vemos dentro de un tiempo.
Se va a su cuarto y abre el portátil. Tiene un nuevo correo, de Cara, la productora de la película Sólo un minuto más. Dos clicks, y se abre.
¡Hola Ashton!
Quería escribirte este correo para comunicarte que mañana tenemos un estreno en Londres, en el centro. Un coche pasará a por ti a las diez, con María dentro. Recuerda que es la chica de la que presuntamente estás enamorado, además de la protagonista de Sólo un minuto más. Sé cariñoso con ella y muchos besos, eso nos encanta. ¡Nos vemos mañana!
P.D: Lleva traje.
Mierda. Ya se imagina la cara de Isabella al ver en la televisión a su novio besando a otra. Unas palabras de hace pocos minutos aparecen en su cabeza: "somos novios". Un novio no hace eso.

Se ducha y se pone el pijama. Anda arrastrando los pies hasta la cocina, donde un plato de sopa la espera. No tiene hambre.
-Mamá, no me apetece cenar.
-¿Y esa sonrisa?
-¿Qué? Ah, nada. Daniela, que es tonta. Me ha mandado vídeos de ella cantando.
-¿No es por Álex? Parece un buen chico.
-Sí, lo es -miente-. Hasta mañana.
-Oye Isabella -dice su madre, y ella se da la vuelta-, podría venirse mañana a comer. Álex, digo.
-¿A comer? No -dice y corre para buscar una excusa. No va a funcionar-. Se va a Chelsea una semana. Lo siento, otra vez será.
-Sí, claro. Quizás el próximo fin de semana.
Sí, quizás nunca.

Se acurrucan en sus respectivas camas, con el nombre del otro en la cabeza.
Mañana va a ser un día muy duro... para ambos.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Capítulo 7.

Ambos suben la escalera, silenciosos. Es ella quien decide romper el hielo.
-¿Estás enfadado? -Casi susurra. Sus labios están morados y en cierto modo Ashton se siente culpable de haberla dejado allí durante quince minutos, soportando el frío invierno.
-No -dice, tajante.
-No te creo. No es mi culpa que tenga exámenes, ¿sabes?
-Ya lo sé, Isabella. De veras que no estoy enfadado. Sólo... desconcertado. No sabía que vendrías.
Una pausa aparece al subir el último escalón. Ashton se detiene e Isabella lo imita un escalón por encima. No entiende por qué se para. Quizás la quiera echar de su casa. La espera es interminable.
-Espera... ¿Cómo sabes dónde vivo?
Es una historia muy graciosa. Al menos a ella se lo parece. Pero no se la va a contar, es algo extraño.
Cuando le ha contado todo a Daniela, ésta se ha puesto eufórica. Incluso más que Isabella. Le ha obligado a visitarlo y según ella, "arreglar las cosas", con lo que se refería a besarse durante horas.
-Vas a ir a su casa y le vas a sorprender. Eso le gusta a los chicos. -Había dicho Daniela cuando la había llamado por teléfono.
Todo estaba bajo control, su madre se había dormido viendo la película de Antena 3 y hasta las seis no despertaría.
-Qué sabrás tú sobre lo que les gusta a los chicos.
-Soy una cinéfila excepcional. Ahora tracemos el plan. -Hizo una pausa y se oyó cómo tecleaba en su Blackberry de color blanco-. Preguntaré en mi grupo de Ashtonáticas dónde vive Ashton. Somos quince, seguro que alguna contesta. Mientras cuéntame qué tienes pensado hacer.
-No voy a planear nada. Lo que salga en ese momento.
-¡Eso es una tontería! Déjame decirte que no eres muy experta en el amor y deberías tener un plan. No te ofendas, pero con Álex mira cómo te fue.
-No me fue. No fuimos...
-Ya -la interrumpió Daniela-, Andrea ha contestado. Está a cinco minutos de tu casa. Si vas andando quizá diez. Pregunta que para qué quiero saberlo.
-Un trabajo de Inglés sobre tu ídolo.
-Un trabajo sobre mi ídolo -dice, haciendo pausas para escribir en su móvil-. Carita feliz.
-Dime la dirección e iré ya.
-¿No quieres que te acompañe?
-No, iré sola. Tú sólo quieres... ¿cómo es? ¿Fan qué?
-¡Fangirlear! -Comenta casi indignada.

-¿Que cómo lo sé? Intuición femenina.
-Sí, claro -dice entre una risa pronunciada. El comentario le ha hecho gracia-. Daniela, ¿verdad?
-No, intuición femenina. -Susurra su voz acompañada de un guiño de ojo.
Ashton empuja la puerta e invita a pasar primero a Isabella.
Stan se encuentra de pie, con un trozo de pizza en la boca y el rostro lleno de tomate.
-Hola -dice con la boca llena.
A Isabella se le escapa una carcajada y la intenta silenciar colocando ambas manos en su boca.
-Lo siento, no pretendía reírme de ti. 
-No te preocupes -dice Stan, con una sonrisa.
Ashton ríe y se sienta en el sofá.
Disfruta viendo cómo Isabella admite que se equivoca, se sonroja o se muestra segura y sarcástica. Es así todo el tiempo. ¿Disfruta con ella?
-Tenemos una invitada para comer -dice intentando reprimir sus pensamientos.
La idea de ser adicto a ella le asusta y teme que se haga realidad algún día. Un día quizás no muy lejano.
-¡Genial!
Stan parece entusiasmado. Se traga la porción de pizza y se limpia con las mangas del jersey. El tomate se ha quedado incrustado en ellas.
-Sólo os pido que no seáis demasiado empalagosos, odio ese tipo de parejas.

Stan la ha fusilado a preguntas y en la mayoría de ellas se ha sentido incómoda. Stan le caía bien, pero en esos momentos deseaba no haber ido a casa de Ashton.
Ashton le había dicho que se callara más de una vez, pero él había seguido preguntando.
-¿Eres virgen, Isabella? -Pregunta Stan, después de tomar un trago de cerveza.
Isabella mira a Ashton. Desea que se muestre agresivo con él y le diga que no le importa ese tipo de cosas. Pero no lo hace. Y es porque a Ashton le interesa mucho esa pregunta.
-¿Me estás preguntando esto en serio?
-Totalmente.
Isabella siente la rabia. Se levanta del sofá y las palabras salen de su boca, casi sin darse cuenta:
-Me ha parecido bien que me preguntaras por mi edad, mi instituto, mis notas, mi dirección e incluso sobre mi familia. Pero esto me parece excesivo. Está bien, me marcho.
Sin esperar respuesta, coge su mochila y sin mirar atrás, abre la puerta y baja rápido las escaleras.
Quiere salir cuanto antes de allí, volver a casa y llamar a Daniela.
Pero algo la retiene del brazo. Es una mano.
Se da la vuelta y descubre a Ashton.
La mira detalladamente y hasta se da cuenta de que tiene los ojos rojos.
-¿Te marchas?
-Sí.
Se desprende de su mano y sigue bajando las escaleras. Pero de nuevo la retiene.
-¿Por qué?
-¿En serio lo preguntas? Tu amigo me ha bombardeado a preguntas. La última sobraba, Ashton. Esperaba que lo frenaras, pero no lo has hecho.
Su cabeza le ordena que se marche, pero su cuerpo no responde. Sólo siente la mano de Ashton en su brazo.
Y es una sensación tan genial, que no piensa en nada más.
-Lo siento, pero...
-¿Tanto te interesa la respuesta? -Le interrumpe Isabella.- Sé que te interesa. Sino, lo hubieras parado.
Durante unos instantes, Ashton duda si responder. Suelta a Isabella y se pasa la mano por el pelo.
-Me interesa la respuesta. -Comenta con una media sonrisa.
-¿Acaso si soy virgen no querrás salir conmigo? ¿O y viceversa?
-No es eso de veras, quédate.
Ahora quedará fatal si se queda. Quiere marcharse. De veras que quiere marcharse. Pero cuando su cerebro reacciona, su cuerpo se encuentra en la puerta de arriba, de la mano de Ashton y contemplando la cara de Stan.
Lo ha conseguido, ha conseguido que se quede. Sólo quiere pasar un rato con ella.
-Si vuelves a hacer preguntas así, te vas de aquí -amenaza Ashton.
Stan se pasa un dedo por los dientes para retirar un trozo de pepperoni.
-¿Tanto te gusta?
Isabella quiere estar bajo tierra. ¿Cómo puede ser un tío tan desagradable? De verdad, no lo comprende. Y eso que son amigos de toda la vida.
Mira a Ashton y descubre que la está mirando. Esta situación es igual de comprometida para ambos.
-Stan, no te pases.
-Sólo pregunto. A la prensa le interesaría esta historia de amor -dice resaltando entre unas comillas la palabra amor.
-¿Me estás chantajeando, Stan?
-Para nada. Sólo digo que interesaría.
Luke aparece por la habitación. Se sienta un segundo y después gira la cabeza mientras mira a Isabella.
Se acerca poco a poco a ella y le huele el vaquero. Isabella se agacha y le acaricia. El cachorro busca sus manos y casi se duerme con sus caricias.
Menos mal, le ha gustado.
Sin esperar respuesta, Ashton coge de la mano a Isabella y tira de ella suavemente hasta su habitación.
Las paredes son totalmente blancas, la cama es negra y tiene un escritorio y un gran armario. En la pared principal tiene un corcho gigante de fotos.
-¿Ese es Josh Hutcherson? -dice señalando una de en medio.
-Sí, lo conozco desde hace varios años. ¿Te gusta?
-Es guapísimo. Daniela está enamorada de él.
-¿De quién no está enamorada Daniela? -pregunta mientras ríe.
Isabella avanza hasta la cama. Suelta la mochila en el suelo y se sube a ella. Apoya su peso en los brazos sobre la cama y mira expectante a Ashton con los brazos cruzados, en el marco de la puerta.
Éste avanza hasta la cama y se detiene en el borde, de pie. Observa el rostro de Isabella y sonríe.
Se acerca a ella y la besa.
-Yo... venía a estudiar -susurra Isabella mientras intenta recuperar la respiración.
Ashton la mira y le dedica una media sonrisa pícara.
-Bueno, también puedo estudiar otro día.

viernes, 6 de septiembre de 2013

Capítulo 6.

Stan abre la puerta del coche y se sienta en el asiento del conductor. Arranca el coche y éste acelera.
-¿Cómo ha ido el día? -Dice Ashton mientras no aparta la mirada de Isabella. Está de perfil a él, mirando la carretera.
-¿Estás de broma? Mal. He estado en el instituto. ¿Has ido al instituto alguna vez? -Isabella lo mira e inevitablemente una sonrisa se ilumina en su rostro.
-¿Cómo crees que me hice actor? Es una carrera.
Vuelven a sonreír. ¿No pueden tener una conversación seria?
La mano de Ashton vuela hasta la de Isabella. Ambas se unen y sus dedos se entrelazan. Ashton examina el colgante que cuelga de su cuello. Despliega las alas y examina la foto de ambos sonriendo. La misma que está en su habitación y en su mente todo el tiempo.
Isabella mira su cara y sonríe. Parece totalmente concentrado en la foto. Ahora sonríe, y su rostro se inclina para mirarla. Sus miradas se encuentran de nuevo. Isabella se sonroja y él suelta una carcajada.
-¿Qué vas a hacer hoy? ¿Estás ocupada con alguno de los cinco que te besaron ayer?
-Había quedado con Alan, pero lo anularé. Ya nos hemos besado suficiente, lo comprenderá. -Dice Isabella cuando se le ha pasado el sonrojo. Sonríe y recoge un mechón de su castaño pelo y lo coloca detrás de su oreja.
Un móvil vibra en su mochila.
-Perdón, un segundo.
Busca en la mochila hasta encontrar su móvil. Es un Whatsapp de Daniela.
¿Dónde mierda estás? Llevo esperándote media hora en el instituto.
Estoy... ya te contaré. Me he ido antes, lo siento. Cuando llegue a casa te llamo. Te quiero.
Vuelve a guardar el móvil y mira de nuevo a Ashton. Éste sonríe.
-¿Entonces, quedamos esta tarde?
-Lo siento Ashton, pero el viernes tengo un examen de Lengua y no ando demasiado bien en esa asignatura.
-Ah. No pasa nada, lo entiendo. Stan, te has pasado de calle. Dos a la izquierda.
-Normal, estoy atento a cada una de vuestras palabras. Parece un culebrón.
Ambos ríen. Llegan a la casa de Isabella. Ambos se bajan a la vez y se detienen en el portal. El veintisiete.
-Bueno -susurra Isabella-, ¿nos vemos otro día?
-Estoy seguro de que volveremos a vernos. -Dice repitiendo la frase del día en el que se conocieron.
Ambos callan un momento. Es él el que se aproxima a ella, dejando una pequeña distancia para saber si ella quiere hacerlo.
-¿Y si hay paparazzi?
-Me da exactamente igual, Isabella.
Las manos de Ashton rodean su cintura acercándola a él. Las manos de ella se dejan caer en su nuca. Sus rostros se acercan. Su respiración se convierte en una. Sus labios se rozan. El beso es dulce y duradero. Se retiran y sonríen.
-Nos vemos pronto.
Su camisa se balancea al ritmo del aire de invierno. Abre la puerta del coche y se detiene con una pierna dentro y otra fuera. Sonríe al verla allí, en la puerta donde han ocurrido varios sucesos. Con tacones, maquillaje y vestido parecía otra. Pero con esa sudadera grande, vaqueros, converses y nada de maquillaje le gusta incluso más.
Mete el otro pie y el coche desaparece a los pocos segundos.

A los pocos minutos de haber entrado en su habitación, la puerta se abre de pronto. Es su madre cargada de ropa en los brazos.
-Hay que llamar antes de entrar.
-Perdón, no sabía que habías llegado. Has llegado muy tarde, ¿dónde estabas?
"Piensa. Una excusa rápida. Mira cómo te mira. Rápido, sospecha algo."
-Daniela. -Dice de golpe.- Daniela... me ha obligado... a comer con ella en Hills. Lo siento por no avisar, pero el móvil se ha apagado.
"Como suenes ahora, me matas" se dirige al móvil.
Genial, su estómago protesta al oír que no habrá comida.
-No pasa nada, sólo me tenías preocupada.
Deja la ropa en la cama y se marcha.
Ahora no puede llamar a Daniela, porque seguramente su madre la oiga. Whatsapp no es lo mismo. Pero no hay otra opción.
Desliza el móvil para marcar el patrón. Con las prisas se ha equivocado. El patrón marcado se muestra rojo y lo intenta otra vez.
Tiene un Whatsapp. Su sonrisa se ilumina al pensar en Ashton. Pero no es él, sino Álex. Su móvil no habrá sonado. O estaba tan pendiente en besar a Ashton que no se ha dado cuenta.
Fea :P
Gracias.
No seas así, sabes que me encanta cuando te enfadas.
La conversación le frustra. Es mejor soltar todo.
Álex, olvídate de mí. Me gustaste, hace poco, pero es pasado. Sé que sólo juegas conmigo y paso de ti.
Sé que te sigo gustando. Yo te quiero.
La última frase hace que un rincón en su corazón se acelere. Pero sabe que es mentira. Él es así con todas.
Tengo novio.
Cuando pulsa el enter, se arrepiente.
Vamos, no hace falta que mientas.
Es totalmente en serio.
¿Ah, si? ¿Cómo se llama?
La ha pillado. ¿Le dice su nombre o se lo inventa? Ashton es un nombre muy común.
Mike. Se llama Mike.
Tiene nombre de pringado.
Pues está muy bueno.
Lo ha clavado, ese es su punto débil. No contesta en varios minutos.
Que te vaya bien con él. No te olvides de mí nunca, yo nunca lo haré.
Ya está bien, está haciendo daño en su corazón. Busca Putón en el buscador. Así es como puso a Daniela un día de broma.
Ey.
¡Ya era hora! Dime qué ha pasado.
Es una historia larga.
Mejor, no tengo ganas de estudiar Lengua. Empieza.

El motor para y baja del coche. Stan corre unos segundos y sigue andando a su lado. 
-¿Qué te pasa? -Dice acelerando el paso para seguir a Ashton.
-¿A mí? Nada.
-Vamos, te conozco desde pequeños. Sé cuando te pasa algo.
-Isabella. Eso me pasa.
La cara de Stan refleja desconcierto. Ashton sigue hablando.
-Me empieza a gustar. Bastante. Quería verla hoy, pero tiene examen el viernes. A veces se me olvida que tiene quince años. Y yo veinte. ¿Son cinco años demasiado?
-Para nada. Mis padres se llevaban once. Ya sabes, las mierdas esas de que el amor no tiene edad. Pueden ser ciertas.
-No lo sé. Ahora mismo no sé nada. 
Abre la puerta de la casa y suben las escaleras. La sala de estar está como esta mañana, intacta. 
-¿Qué vamos a comer?
-Llamaré para que nos traigan una pizza, ¿te parece bien?
-Sí, claro. Mientras tanto voy a darme una ducha, necesito despejarme. Llámame cuando esté aquí la comida.
Entra en el baño y se quita la ropa. Enciende el iPod y elige la lista de reproducción. Suena Wake Me Up de Avicii. Se introduce en la ducha y el agua caliente fluye por sus músculos cansados.
Una voz a los pocos minutos se entiende a través de la música. Stan anuncia que la comida ya ha llegado, pero a Ashton le encantaría estar así horas, con el agua cayendo por su cuerpo. Relajándose y olvidando un poco.
Pero no puede.
Gira la ruleta y el agua deja de caer. Sale de la ducha y apaga la música.
-¡Me visto y salgo! -Grita desde el baño.
Se encamina hacia su cuarto y elige unos vaqueros claros y una camiseta blanca de The Beatles. Se enfunda los calcetines y las converses. 
 Examina el móvil. Ha tardado quince minutos en ducharse. Tiene un Whatsapp. De Isabella, alias Preciosa.
¿Me abres?
Es de hace diez minutos. Sale de su habitación, recorre el pasillo, el salón y baja las escaleras corriendo. Se oyen grandes ruidos a cada uno de sus pasos, además de los gritos de Stan.
Espera no encontrarla allí, ya que el clima es frío y cansada de esperar, se habría marchado.
Abre la puerta y examina el escalón. Está en el rincón, pegada a la pared. En sus manos sostiene el móvil y la mochila.
-¿Me invitas a comer? -Dice con una sonrisa tímida.
-¿Qué?
-He mentido a mi madre y le he dicho que ya había comido fuera con Daniela. Pero tengo hambre y no quería que te enfadaras, así que te repito la pregunta, ¿me invitas a comer?

miércoles, 28 de agosto de 2013

Capítulo 5.

La alarma del móvil suena a las siete y media de la mañana. Martes... maldito martes.
Se maldice una y otra vez por haberse acostado tan tarde los dos últimos días.
Ayer no pudo ni leer al recordar lo que había pasado. Ni siquiera podía llamar a Daniela para contarle todo lo que había pasado. Y no quería contárselo por WhatsApp, quería ver la cara que se le quedaba al oír que se besó con Ashton.
Una ducha caliente la llevará de nuevo a la realidad, una vida de adolescente normal y corriente.
Se coloca la toalla alrededor de su cuerpo aún caliente. Se apuesta mil euros a que Ashton no volverá a llamarla.
La pasta de dientes se desliza por el cepillo y después entra en su boca. Se enjuaga minutos después.
Los vaqueros pitillos se enfundan de golpe en sus piernas. Una sudadera azul cubre su torso. Las converses blancas la acompañan a todas partes. Su pelo castaño está totalmente suelto.
Agarra la mochila y se planta en frente del espejo. No tiene un cuerpazo. Tampoco unos ojos que hipnotizan. Tampoco una personalidad exótica. Ni es muy guapa. ¿En qué estaría pensando Ashton para fijarse en ella? El timbre suena y se encamina hacia la puerta. No hay tiempo para pensar en negativo.
La ha besado, y eso es lo importante, ¿no?

-¿Debería enfadarme contigo o alegrarme por ti?
Levanta una ceja y Daniela sigue hablando.
-Verás, estás saliendo con mi futuro marido. Sólo espero que no sea serio y después se enamore de mí.
Le da un golpe con la mano derecha en su hombro izquierdo.
-No estamos saliendo. Sólo me besó. Además, esto no lo sabe nadie. Sólo tú y yo. ¡No lo vayas contando por ahí, que te conozco!
Daniela ríe y después imita una cremallera en la comisura de su boca.
-Soy una tumba, querida.

El pasillo está tan abarrotado como siempre. Algunos chicos están sentados en los bancos, otros en el suelo, otros están apoyados en la pared... como Álex. Un grupo de chicas de primero lo miran ensimismadas. Él se percata de la llegada de Daniela e Isabella y se acerca a ellas. La chupa le baila cuando anda, y sus vaqueros parecen hechos a medida.
-Hola, chicas. -dice mientras se peina el pelo con sus largos dedos.
-Hola, Álex. -casi susurra Daniela con los ojos brillosos y una voz melosa.
-¿No me saludas, Isabella?
-Ey.
-¿Qué tal ha ido el fin de semana? Ayer no os vi y no pude preguntaros.
"Verás, ha sido muy relajadito. El domingo cené con una estrella de cine que después me llevó a casa y me pidió el número, pero me hice la estrecha para saber qué pasaría. Ayer se presentó en mi casa y me llevó a ver una película muda. Me invitó y me compró un colgante precioso. Además, nos echamos una foto en el fotomatón. Ah sí, y me besó."
-Aburrido.
-¿Pero qué dices, aburrido? Pero si saliste con... -Casi grita Daniela.
Isabella le proporciona un puñetazo importante en el brazo izquierdo y calla, comprendiendo que se ha pasado de la raya.
-¿Estás saliendo con alguien, Isabella?
-¿Yo? Qué va -Hace una pequeña pausa y se mira los pies-. Además, ¿qué te importa si lo hago?
-Mucho, ya lo sabes...
Ahora llega el momento en el que intenta volver a conquistarla. Lo odia. Lo odia muchísimo. ¿Se cree que es un juguete? Isabella ha pasado página. Y tiene que aceptarlo.
Arrastra a Daniela por el pasillo, dejando a Álex con la palabra en la boca.
-Vaya, vaya. El malote de Álex, ¿eh? -Dice Daniela con una sonrisa cuando están lo suficientemente lejos de él.- Yo creo que le sigues gustando.
-Nunca le gusté. Me pillé de él, como todas las chicas aquí. Hasta tú. Si hubieras visto la cara de tonta que tenías... -E inevitablemente suelta una carcajada.- El caso es que jugó conmigo. Y cuando le da la gana lo hace de nuevo. Pero yo ya paso. Yo... Me gusta Ashton.
-¡Ya era hora de que lo admitieras! Te lo dejo. Pero tendrás que presentarme a Josh Hutcherson si os casáis. Ponlo de padrino y yo de madrina. ¿Está bien?
-Sí, y viajaré a Luna y tendré dos marcianitos. Vamos a clase, anda.

Las dos menos cuarto. Echaba de menos levantarse a estas horas. Para grabar, debía despertarse a las seis de la mañana. ¡Así da gusto! Apaga la alarma del móvil y descubre un papel en el suelo.
Examina la pantalla de iPhone. Recuerda que tiene el número de Isabella. Desliza el dedo hasta Whatsapp y busca el apodo: Preciosa, así es como la ha llamado en su móvil.
Aparece una foto de ella con Daniela, sonrientes. Isabella lleva una blusa blanca fina y el pelo totalmente suelto, como a él le gusta. No muestra nada de maquillaje, algo que le gusta aún más.
La última conexión ha sido hace apenas dos minutos. ¿Se lanza? Demasiado tarde, sus dedos ya están marcando el mensaje. Debe ser algo ingenioso y divertido. ¿Pero qué?
¿Sabes que no se puede utilizar el móvil en clase?
Unos treinta segundos más tarde, Isabella responde.
¿Quién eres?
¡Mierda, lo había olvidado! No tiene ninguna foto de perfil por si alguien descubría su número.
El que te besó ayer en los labios. Espero haber sido el único.
¿Cuál de los cinco eres? 
El comentario le produce una sonrisa. Es igual o más ingeniosa que él.
El más guapo.
Ah, ¿Alan?
Vuelve a sonreír.
Ashton.
¡Ya lo sabía, tonto!
No se puede tener el móvil en clase, preciosa.
Da gracias a que estoy en última fila, con el móvil en vibración, con la señora Trey (que no ve nada de lejos) y manejo muy hábilmente el teclado.
Vaya, son todo ventajas. ¿A qué hora sales?
Tres menos cuarto. ¿Por qué?
¡Eso es sólo en una hora! Debe estar decente para ella.
Sólo haz caso a un chico llamado Stan, ¿está bien?
No me fío demasiado de ti, ¿sabes?
Eso no debería decirlo una chica que no presta atención en clase.

Después de estar quince minutos intentando convencer a Stan, lo ha conseguido. El plan está preparado.
Irán en coche hasta el instituto, ella seguirá a Stan y dentro del coche estará Ashton esperándola. Con sus terribles ganas.
Lleva camisa blanca y vaqueros oscuros. Además de unos zapatos ejecutivos. El perfume es el punto clave, opta por una de Calvin Klein. Se examina una última vez después de haberse lavado los dientes. Está preparado para verla.

Suena el timbre y el pasillo parece más tranquilo que ayer. Aunque ha perdido de vista a Daniela. Después hablará con ella, ahora lo importante es buscar a aquel Stan. Aunque sólo piensa que ha hablado con él por Whatsapp y él ha sido quien ha iniciado la conversación. Eso es importante, ¿no?
Sale por fin al aire libre. El clima es bastante frío. Un chico se le acerca y se encamina a hablarle, pero éste se dirige a otra dirección. No es Stan.
El móvil vibra en su mochila. Es un Whatsapp. De él. De Ashton.
Te veo. ¿Tú a mí no?
Examina el paisaje. Cada persona, cada moto, cada coche... Se detiene en uno con los cristales tintados. Es un mercedes benz plateado. El móvil vuelve a vibrar.
Exacto. ¿Cómo lo has sabido? No pensaba que eras una chica tan lista.
Y otro a los pocos segundos.
Me encanta cuando te pones roja. 
Como ahora. Ahora aún más. ¿Qué miras? Ven hacia el coche.
Hacia allá va. Se seca el sudor de sus manos en los vaqueros. Después se peina el pelo con los dedos.
Un chico le corta el paso.
-¿Eres Isabella?
-Sí, ¿por qué?
-Soy Stan. Pasa.
Le abre la puerta del coche y se encuentra con los ojos verdes de Ashton. Y sus dientes. Y su hoyuelo sexy.
-Hola, Isabella. Pasa, no te cortes.
Cuando entra dentro y cierra la puerta, sus ojos se encuentran. Ambos sonríen. Pero es Isabella quien se aproxima a él y lo besa. Como había soñado esta noche.
-Vaya, ¿has practicado? -Susurra Ashton mientras sonríe y después vuelve a besarla.